“Aquel que entiende el cómo, podría obtener información sobre verdades ocultas”, proverbio fenicio, encontrado en 1838 AD, en una tumba en Virginia, EUA. Las letras son púnicas (fenicias) del alfabeto utilizado en Iberia en el primer milenio BC.
Karl Marx fue en su juventud un poeta. Para mí, la poesía emana de lo más hondo del ser humano, logrando plasmar en pocas palabras sus sentimientos más fuertes y profundos. Encontré un escrito en internet que analiza estas poesías tempranas de Marx desde el punto de vista de un cristiano defendiendo su religión. Quién escribe el artículo y sus motivaciones no son importantes. Lo que sí es vital es analizar el contenido de los textos de Karl y situarlos en un contexto que nos permita entender que fuego fue el que lo avivó para que escribiera sus obras posteriores, tan importantes para la historia de la humanidad. ¡Qué fue lo que lo motivó a ser una persona que influiría tanto en lo que sucedió en el mundo desde el Siglo XIX hasta hoy! Aconsejo, entonces, leer este escrito con mente alerta y sacar sus propias conclusiones. Me he extendido en la reproducción del texto —aunque he eliminado partes importantes—, porque lo considero importante para que comprendamos lo que sucedió en nuestra historia reciente, y para entender lo que todavía nos amenaza.
A continuación copio algunos extractos de este artículo titulado: “La otra cara de Karl Marx o ¿Fue Karl Mark un satanista?”. Escrito por Richard Wurmbrand.
“Antes de convertirse en economista y comunista de renombre, Marx fue humanista. Hoy en día todavía una parte importante del mundo es marxista.
Dicen que Marx era muy humano y que lo dominaba una idea: “Cómo ayudar a las masas explotadas”. Lo que las empobrece, sostenía él, es el capitalismo. Una vez este sistema corrompido sea derrocado, tras un período de transición de dictadura del proletariado, surgirá una sociedad en la cual todo el mundo trabajará de acuerdo a sus habilidades en las fábricas y granjas pertenecientes a la colectividad; y serán recompensados de acuerdo con sus necesidades.
No existirá un Estado gobernado sobre el individuo, ni existirán guerras, ni revoluciones; solamente una hermandad perpetua e universal.
Para que las masas puedan lograr la felicidad se necesita ir más allá de la derrocación del capitalismo. Marx escribe: “La abolición de la religión como felicidad ilusoria del hombre es un requisito para la verdadera felicidad. El llamado al abandono de sus ilusiones con respecto a su condición, es un llamado al abandono de una condición que requiere ilusiones. La crítica de la religión es, por lo tanto, la crítica de este valle de lágrimas cuyo halo es la religión”.
Mark fue antirreligioso, porque la religión obstruye la realización del ideal comunista, considerado por él como la única respuesta a los problemas del mundo.
En su temprana juventud, Kark Marx fue cristiano. Su primera obra escrita se titula “La unión de los fieles con Cristo”. En ella leemos estas hermosas palabras: “Por medio del amor de Cristo volvemos nuestros corazones al mismo tiempo hacia nuestros hermanos, quienes están interiormente ligados a nosotros, y por quienes Él se dio a sí mismo en sacrificio”. Cuando terminó la enseñanza superior, lo que sigue fue escrito en su certificado de graduación bajo el encabezamiento “Conocimientos religiosos”: “Su conocimiento de la fe y moral cristiana está bastante claro y bien fundado. También tiene cierto conocimiento de la historia de la Iglesia Cristiana”.
Poco después de que Marx recibió este certificado, algo misterioso sucedió en su vida: se volvió profunda y apasionadamente antirreligioso. Un nuevo Marx comenzó a emerger.
En una poesía escribe: “Deseo vengarme de Aquel que gobierna en lo alto”. Así que estaba convencido de que hay Alguien que gobierna. Marx estaba en pleito con Él. Sin embargo, aquel en lo alto no le había hecho ningún daño. Marx pertenecía a una familia de relativamente buena posición. En su niñez no pasó hambre. Estaba mucho mejor que sus compañeros estudiantes. ¿Qué fue lo que produjo aquel odio terrible contra Dios?
No se conoce ningún motivo personal. ¿Estaba siendo acaso Karl Marx en esta declaración sencillamente el vocero de otro? En una edad en que todo joven normal tiene hermosos sueños de hacer el bien a otros y preparar una carrera para sí mismo, ¿por qué escribió estas líneas en su poema “Invocación a un desesperado”?:
“Pues un Dios ha arrebatado de mí todo.
En la maldición y tormento del destino,
todos sus mundos se han ido irrevocablemente.
Solo me queda la venganza”.
“Construiré mi trono en las alturas,
en una cumbre inmensa y fría.
Por su baluarte —supersticioso espanto.
Por su alguacil —la más negra agonía.
Quien lo mire con ojos sanos,
regresará mudo, con palidez mortal.
En garras de mortandad ciega y fría.
¡Qué su felicidad prepare su tumba!”.
Las palabras “me construiré mi trono en las alturas” y la confesión de que de quien se sienta en este trono solo emana espanto y agonía, nos recuerda el orgulloso alarde de Lucifer: “Subiré al Cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono”. (Isaías 14:13).
Continúo mi investigación sobre este hombre que tanto ha influenciado la historia reciente, incluyendo tu vida y la mía.
Pero, ¿por qué deseaba Marx tal trono? La respuesta se encuentra en un Drama poco conocido que Marx también compuso durante sus años estudiantiles, titulado “Oulanem”. Para explicar el título necesitamos explorar un poco.
Existe una Iglesia de Satanás. Uno de sus ritos es la misa negra, la cual recita a medianoche el sacerdote satanista. Colocan velas negras al revés en el candelabro. El sacerdote se viste con su túnica ornada, pero con el forro hacia afuera. Dice todo lo que se indica en el libro de oraciones, pero leyendo desde el final hacia el principio. Los nombres santos de Dios, Jesús y María, se leen a la inversa. El crucifijo es colocado boca abajo o es pisoteado. El cuerpo de una mujer desnuda sirve de altar. Una ostia consagrada, robada de alguna iglesia e inscrita con el nombre de “Satanás” es usada en una parodia de la comunión. Durante la misa negra se quema una Biblia. Todos los presentes prometen cometer los siete pecados capitales, según son enumerados en los Catecismos Católicos, y a nunca hacer ningún bien. Tras esto, sigue una orgía.
El culto al diablo es muy antiguo. Deuteronomio 32:17 dice que los judíos “sacrificaron a los demonios y no a Dios”. Más adelante. El rey Jeroboam de Israel ordenó sacerdotes para los demonios (2 Crónicas 11:15).
De manera característica, Oulanem es una inversión de un nombre santo: es un anagrama de Emmanuel, un nombre bíblico de Jesús que significa en hebreo: “Dios con nosotros”. Tales inversiones de nombre se consideran efectivas en la magia negra. El Drama Oulanem se puede comprender solamente a la luz de la extraña confesión que hizo Marx en un poema titulado: “El violinista”, al cual más adelante trataron de restar importancia, tanto él como sus seguidores.
“Los vapores infernales suben y llenan la mente.
Hasta que enloquezco y mi corazón es totalmente cambiado.
¿Ves esa espada?
El Príncipe de las Tinieblas me la vendió.
Para mí marca el compás y da las señales.
Cada vez con más osadía, toco el baile de la muerte”.
Estas líneas cobran significado especial cuando nos enteramos de que en los ritos de iniciación superior del Culto Satanista se le vende una espada encantada al candidato, la cual le asegura éxito. Paga por ella firmando un pacto de sangre de sus venas, estableciendo que su alma pertenecerá a Satanás después de morir.
Y ahora, una cita del drama Oulanem:
“Y ellos son también. Oulanem. Oulanem.
Nombre que resuena como la muerte.
Resuena hasta que perece, arrastrándose miserablemente.
Detente. ¡Lo tengo ahora! Surge desde mi alma.
Tan claro como el aire, tan fuerte como mis propios huesos.
Aún tengo fuerza en mis juveniles brazos
para agarrarte fuertemente y triturarte
(se refiere a la humanidad)
con tempestuoso poder,
mientras para ambos se abre el abismo
desmesuradamente en la oscuridad.
Te hundirás y yo te seguiré riendo a carcajadas;
murmurando en tus oídos:
“Desciende, amiga; ven conmigo”.
La Biblia, que Marx había estudiado en sus años de escuela superior y que conocía muy bien en sus años de madurez, dice que el Diablo será atado por un Ángel y echado al abismo (Apocalipsis 20:3). Parece que el deseo de Marx era arrastrar a toda la humanidad hacia dentro de aquel abismo reservado para el Diablo y sus Ángeles (y casi lo consiguió).
¿Quién habla a través de Marx en este drama? ¿Es razonable suponer que un joven estudiante abrigue como el sueño de su vida una visión de la humanidad entrando en el abismo de la oscuridad (“oscuridad exterior” es un término bíblico que se refiere al “Infierno”), y asimismo riendo a carcajadas mientras va tras aquellos a quienes llevó a la incredulidad? En ninguna parte del mundo se cultiva ese ideal, excepto en los ritos de iniciación de la iglesia de Satanás, en sus niveles más altos.
Cuando en el Drama llega el momento de la muerte de Oulanem, sus palabras son:
“Arruinado, arruinado. Mi tiempo ha terminado.
El reloj se ha detenido, la casa enana se ha derrumbado.
Pronto abrazaré la eternidad en mi pecho,
¡y pronto rugiré gigantescas maldiciones sobre la humanidad!
Marx había amado las siguientes palabras del personaje Mefistóles en el Drama Fausto (del famoso poeta alemán Goethe): “Todo lo que existe merece ser destruido”. ¡Todo! Incluyendo el proletariado y los camaradas. Marx citó estas palabras en su libro: “El 18 de Brumario”. Parece que Stalin (y otros) actuaron basadas en ellas y destruyó aún a su propia familia.
No es materialista. Cree en la vida eterna. Oulanem, la persona por quien habla Marx, no cuestiona el hecho de la vida eterna. Lo afirmó, pero como una vida de odio magnificado al extremo. Vale la pena notar que “eternidad” para los demonios significa “tormento”. Por eso Jesús fue reprochado por los demonios: “¿Has venido para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29).
Marx tiene la misma obsesión: “¡Ja! ¡La eternidad! Es nuestra desgracia eterna.
Muerte indescriptible e inmesurable.
Vil artificio concebido para despreciarnos.
Siendo nosotros mecanismos como relojes, ciegamente maquinales.
Hechos para ser los almanaques gastados del tiempo y el espacio.
Sin más propósito que acontecer; ser arruinados, para que haya algo que arruinar”.
Comenzamos entonces a comprender lo que le ha sucedido al joven Marx. Había tenido convicciones cristianas, pero no había llevado una vida compatible con ellas. La correspondencia con su padre da testimonio de su despilfarro de grandes sumas de dinero en placeres, y de sus constantes querellas con la autoridad paternal sobre ésta y otras cuestiones. Entonces, puede ser que haya sucumbido a las tentaciones y doctrinas altamente secretas de la Iglesia de Satanás (puede haber tenido otro nombre) y recibido los ritos de iniciación. Satanás es quien habla a través de sus adoradores en sus orgías alucinógenas. Así pues, Marx no es sino el vocero de Satanás cuando pronuncia en su poesía “Invocación de un desesperado” las palabras: “Deseo vengarme de aquel que gobierna en lo alto”.
Veamos el final de Oulanem:
“Si existe Algo que devora, saltaré adentro, aunque lleve el mundo a su ruina.
El mundo que se dilata entre mí y el abismo,
lo destrozaré en pedazos con mis perennes maldiciones.
Estrecharé mis brazos alrededor de su cruel realidad.
Abrazándome, el mundo sucumbirá estúpidamente;
y entonces se hundirá en la nada absoluta.
Fenecido, inexistente; eso sería vivir verdaderamente”.
En Oulanem Marx hace lo que hace el Diablo: manda a toda la raza humana a la condenación. Oulanem es probablemente el único drama en el mundo cuyos personajes están conscientes de su propia corrupción, de la cual hacen gala y celebran con convicción. En este drama no hay blanco y negro. No existe Claudio ni Ofelia, Yago ni Desdémona. Aquí todo es negro y todos revelan aspectos mefistofélicos. Todos son satánicos. Todos están corrompidos y condenados.
Cuando escribió estas cosas, Marx, genio prematuro, contaba con dieciocho años. El programa de su vida ya estaba establecido. Ni una palabra sobre servicio a la humanidad, el proletariado o el socialismo. Deseaba llevar el mundo a la ruina. Deseaba construirse un trono cuyo baluarte fuera el miedo humano.
En esta etapa encontramos algunos pasajes enigmáticos en la correspondencia entre Karl Marx y su padre. Escribe el hijo: “Ha caído el velo. Mi Lugar Santísimo se ha dividido en pedazos, y nuevos dioses han tenido que ser instalados”. Estas palabras fueron escritas en noviembre 10, 1837, por un joven que hasta ahora había profesado ser cristiano. Antes, había declarado que Cristo estaba en su corazón. Ahora ya no era así. ¿Quiénes son los nuevos dioses instalados en su lugar? El padre replica: “Me cohibí de insistir en una explicación sobre un asunto muy misterioso, aunque parecía algo bastante dudoso”. ¿Qué era ese “asunto misterioso”? Hasta ahora ningún biógrafo de Marx ha explicado estas extrañas frases.
En marzo 2, 1837, el padre de Marx escribió a su hijo: “Tu progreso, la amada esperanza de ver tu nombre de gran reputación algún día, y tu bienestar terrenal, no son los únicos deseos de mi corazón. Estas son ilusiones que mantuve por mucho tiempo, pero te aseguro que su realización no me hubiera hecho feliz. Solamente si tu corazón permanece puro y late humanamente, si ningún demonio puede apartar tu corazón de los buenos sentimientos, sólo entonces seré feliz”. ¿Qué hizo que este padre de repente expresara el temor de una influencia demoniaca respecto a su joven hijo, quién hasta entonces había confesado ser cristiano? ¿Serían las poesías que recibió como regalo de su hijo cuando cumplió sus 55 años?
La que sigue es una cita tomada del poema de Marx sobre Hegel:
“Palabras enseño, enredadas en endiablada confusión.
Así pues, cada uno piense lo que quiera pensar”.
En su poesía La doncella pálida, escribe: “Por tanto, el cielo he perdido.
Eso yo bien lo sé.
Mi alma, otrora fiel a Dios,
seleccionada está para el infierno”.
No necesita comentario alguno.
Marx comenzó con ambiciones artísticas. Sus dramas y poesías son importantes por cuanto revelan el estado de su corazón, pero careciendo de valor literario, no han recibido reconocimiento. La falta de éxito en pintura y arquitectura nos dio a un Hitler. En drama, a un Goebbels. En filosofía, a un Rosemberg. Parece que Marx abandonó la poesía por una carrera de revolución llevada a cabo en nombre de Satanás en contra de una sociedad que no apreció su poesía. Es concebible que este sea uno de los motivos de su rebelión total. Ser menospreciado como judío podría haber sido otro.
Dos años después de que su padre expresara su preocupación, en 1839 el joven Marx escribió: “Diferencia entre la filosofía de la Naturaleza de Demócrito y Epicuro”, en cuyo prefacio se identifica con la declaración de Esquilo: “Odio a todos los dioses”. Esto corrobora que Marx estaba en contra de todos aquellos dioses en la tierra y en el cielo que no reconozcan la autoconciencia humana como deidad suprema.
Marx fue un enemigo declarado de todos los dioses, un hombre que había comprado su espada al príncipe de las tinieblas al precio de su alma. Manifestó como su objetivo el arrastrar a toda la humanidad al abismo y seguirla, riéndose a carcajadas.
¿Había Marx realmente comprado su espada a Satanás? Su hija Eleanor cuenta que Marx contaba muchos cuentos, a ella y a sus hermanas, cuando eran niñas. Su favorito era uno sobre un tal Hans Rockle. Dice ella: “Contar este cuento tomaba meses y meses, porque era un cuento muy largo, que no tenía fin. Hans Rockle era un brujo que tenía una tienda de juguetes y muchas deudas. A pesar de ser brujo siempre estaba en dificultades económicas. Por lo tanto tenía que vender, contra su voluntad, todas sus cosas hermosas, una a una, al Diablo… Algunas de sus aventuras eran tan horripilantes que nos paraban los pelos de punta”. ¿Es normal que un padre le cuente a sus hijitos historias horripilantes sobre la venta de los tesoros más queridos que uno posee al Diablo? Robert Payne, en su libro Marx, también recuenta este incidente detalladamente, según fuera contado por Eleanor; de cómo el infeliz Rockle, mago, vendió los juguetes con renuencia, conservándolos hasta el último momento. Pero como había hecho un pacto con el Diablo, no tenía forma de evitarlo. Este biógrafo de Marx continúa: “Casi no hay dudas de que aquellas historias interminables eran autobiográficas. Él tenía una visión diabólica del mundo, una malevolencia diabólica. A veces parecía estar consciente de estar realizando las obras del Diablo.”
Cuando Marx terminó Oulanem y sus otros poemas primeros, en los cuales escribió respecto a tener un pacto con el Diablo, no pensaba todavía en el socialismo, al que inclusive había combatido. Marx era editor de un periódico alemán, Rheinische Zeitung, el cual anunciaba que “no le concede ni siquiera validez teórica a las ideas comunistas en su forma presente, mucho menos desea su realización práctica, la cual de todos modos considera imposible… A los esfuerzos de las masas para llevar a cabo sus ideas comunistas se les puede responder con un cañón, tan pronto como éstas se vuelvan peligrosas…”.
Después de alcanzar esta etapa de su pensamiento, Marx conoció a Moisés Hess, el hombre que desempeñó el papel más importante en su vida, y quién le hiciera abrazar el ideal socialista. En adelante, Marx no habló mucho en público sobre la metafísica, pero conocemos sus puntos de vista a través de los hombres con quienes se asociaba.
Uno de sus compañeros en la Primera Internacional fue Mikhail Bakunin,anarquista ruso, quién escribió:“… aquí entra Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y emancipador de los pueblos. El hace que el hombre se avergüence de su ignorancia y obediencia bestiales. Él lo libera, le estampa en su frente el sello de la libertad y humanidad, urgiéndole a desobedecer y a comer el fruto del conocimiento”. Bakunin hace más que alabar a Lucifer. Tiene un programa concreto para la revolución, pero ninguno que pueda liberar a los pobres de la explotación. Escribe: “En esta revolución tendremos que despertar al diablo en las gentes, para provocar las pasiones más bajas”.
Karl Marx fundó la Primera Internacional junto a Bakunin y respaldaba este extraño programa. Bakunin revela que Proudhon, otro importante pensador socialista, y por aquel tiempo amigo de Karl Marx, también “adoraba a Satanás. Hess le había presentado a Marx a su amigo Proudhon, quien, al igual que Marx, también usaba el estilo cabelludo y de barba típico de la secta satanista del Siglo XIX, de Joanna Southcott.
Proudhon, en “filosofía de la miseria”, declaró que Dios es el prototipo de la injusticia: “Alcanzamos conocimiento a pesar de Dios. Alcanzamos la sociedad a pesar de Él. Cada paso de avance es una victoria en la cual vencemos al Divino”. Proudhon exclama: “Ven, Satanás. Calumniado por los pequeños y por los reyes. Dios es estupidez y cobardía; Dios es hipocresía y falsedad; Dios es tiranía y pobreza; Dios es maligno. Cuando la humanidad se inclina ante un altar, la humanidad, esclava de reyes y sacerdotes, será condenada… Juro, Dios, con mi mano extendida hacia los cielos, que tú no eres más que el verdugo de mi razón… Dios es esencialmente anti-civilizado, anti-liberal, anti-humano”. Proudhon declara que Dios es maligno porque el hombre, su creación, es maligno. Tales pensamientos no son originales. Son el contenido usual de los sermones en los servicios de adoración satánica.”
Paremos aquí. Hay mucho más que escribir, pero creo que lo copiado arriba de lo escrito por Richard Wurmbrand en “La otra cara de Marx o Fue Marx un Satanista?” es suficiente para abrir el apetito a algunos lectores interesados en el tema para que investiguen más acerca de quién en verdad era Karl Marx y con quienes se alió para lograr las grandes tragedias en los dos siglos precedentes. Hablamos de decenas de millones de refugiados, deportados y muertos….
Marx, una vez que se lanzó por el camino socialista cerró su interior y no escribió nada más sobre su motivación. Pero los poemas y dramas son ventanas a lo profundo de los seres humanos. Como creo que dije antes, el poeta condensa en pocas palabras la intensidad y profundidad de sus emociones más sinceras y reales. Cuando leí sus poesías y dramas, me asomé al interior de Karl y no me gustó lo que vi. Por eso lo comparto aquí. Para que nos demos cuenta de dónde vienen los socialistas que hoy intentan dominar el mundo a través de sus ideas de un solo gobierno e impuestos mundiales, entre otros. Ellos, sin que lo sepamos —y sin que muchos de ellos colocados en niveles inferiores sepan a quién en verdad sirven—, obedecen a un solo amo que se encuentra sentado en la cúspide de su pirámide.
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